domingo, 10 de noviembre de 2013

Caminando entre libros: La verdad sobre el caso Savolta

Eduardo Mendoza
‘La verdad sobre el caso Savolta’ es una novela un tanto característica. No se debe en exclusiva a  su gran complejidad, sino porque se trata ni más ni menos que de la primera obra de Eduardo Mendoza. Tal vez esta idea resulte un tanto ‘peculiar’, pero no se puede ignorar este hecho. Las primeras obras suelen ser simples y sin muchos entresijos, por lo que esta novela sobresale de las demás y es un ejemplo para que no cataloguemos a las nuevas promesas.

Eduardo Mendoza toma como punto de partida el enfrentamiento social en Barcelona entre obreros y patrones, en la segunda década del siglo XX. Concretamente la historia se centra en la particular empresa Savolta. Una empresa en la que su única función era la fabricación de armas y que por lo tanto, cae en declive al finalizar la guerra. Seguidamente tienen lugar una serie de acontecimientos iniciados a partir el asesinato del propio Savolta, en los cuales están involucrados tanto obreros como las clases sociales más altas.



Una de las características que destacaría de esta obra sería la estructura interna de la misma. Personalmente, su composición me parece de lo más estudiada e inteligente. La novela comienza con los recuerdos del protagonista, Javier Miranda, que se producen a lo largo de un juicio en EEUU, posterior a los hechos. Por lo que ya somos conscientes desde el primer momento de que sucede algo trágico. Sin duda, una forma muy arriesgada de comenzar una novela. Los primeros capítulos pueden resultar un poco lentos incluso, en cierto modo por el lenguaje administrativo y jurídico empleado, y por otro lado, la historia carece en parte de coherencia para los lectores porque únicamente aparecen pequeñas ideas de la trama. Tampoco ayuda a que prestemos atención a la lectura al ser conocedores del final. La segunda parte tiene menos complejidad narrativa, pero se nos une un desorden cronológico muy particular, que puede llevar a la confusión. 

Hablando de mi caso particular, en algunas ocasiones tuve que volver atrás para no perder el hilo de la historia. De hecho, me lo leí de una tirada, con tal de no perder detalle. Y por último, yo añadiría una tercera división, en la que se aprecia un único hilo argumental, en la que carece de complejidad lingüística.
Somos conscientes que el estilo de Eduardo Mendoza es único y difícil de imitar, pero creo que lo más destacable de sus obras es sin duda el trasfondo de las mismas, es decir, la trama y su finalidad. Con finalidad hablamos de que sus obras precisamente tienen como objetivo buscar la reflexión del lector, de forma que trata temas de gran relevancia social. En este caso, el autor deja constancia del ambiente de represión y abuso por parte de las fábricas. Manifestando en todo momento el gran número de huelgas y atentados que se producían. Es decir, el tema principal de la obra es sin lugar a dudas la lucha social. 

Reflejados en segundo plano, pero igual de importantes, se encuentran la lucha entre clases, el engaño, la envidia, el amor, el papel de la mujer… pilares fundamentales para llevar a cabo el relato. Con todo esto queremos decir que este libro no solo tiene como fin entretener al lector, sino concienciar al público de temas triviales, que en la actualidad siguen pereciendo, además de proveernos un cierto conocimiento histórico.

Desde un punto de vista más personal, he de reconocer que aunque elegí este libro porque me resultó interesante el argumento, los primeros capítulos hicieron replantarme si había hecho lo correcto. No me resultó muy difícil empezarlo porque los temas jurídicos son algo que a mi especialmente me llaman la atención, pero llegados a un punto, estaba deseando que todo el libro no tuviese el mismo formato. No culpo al lenguaje que empleó, sino la inexistencia de un hilo argumentativo. En cierto modo, creo que el juego era ese. Desconcertar al lector y provocar en él la intriga suficiente para seguir leyendo. Esa táctica no funcionó del todo conmigo. A decir verdad, creo que me hubiese costado más leerlo si hubiese sido por gusto. Nunca me ha gustado leer por obligación, me encanta la lectura y no creo necesario ese tipo de imposiciones. Pero he de reconocer, que al estar ‘obligada’ a leerlo para clase, pude terminarlo. Y de hecho, lo agradezco. Normalmente no soy de dejar libros a medias, pero estoy segura que lo hubiese atrasado, porque casi a la mitad, seguía sin convencerme la trama y lo leía sin ganas.

Ya finalizado, reconozco que es una gran novela. A veces hay que dar la oportunidad al libro de que hable y no juzgarlo solo por los primeros capítulos. La mayoría de las veces, los primeros capítulos son los más flojos y a la vez más aburridos porque te ponen en situación.

¿Recomendaría este libro? Sin lugar a dudas. No solo por la exquisitez del lenguaje, sino porque una vez terminado, no puedes evitar tener presente cada tema abordado. Y eso es lo que debe proporcionar un libro. Hacernos trabajar y despertar en nosotros la curiosidad para investigar sobre lo que nos han contado. 

Porque nadie dijo que los comienzos fueran fáciles. Y este libro no es una excepción. 

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