domingo, 16 de marzo de 2014

Lección 5

'El miedo es mi compañero más fiel, jamás  me ha engañado para irse con otro'.

Woody Allen



Todos deseamos tener a ese alguien que nos complete (la ansiada media naranja), pero una vez que lo encontramos, solemos apartarlo porque tememos que nos hagan daño. 

¿Acaso no somos nosotros mismos los que estamos alejando nuestra propia felicidad?


Una persona suele tener una cierta aversión al amor, ya sea por propias experiencias anteriores o de gente cercana. Solemos ir con pies de plomo a la hora de conocer a alguien, pero una vez que va a más y no somos capaces de controlarlo, comienzan esas comeduras de cabeza que nos han vuelto locos a más de uno. Y es que por culpa de darle tantas vueltas a cuestiones tan insignificantes como 'si no me contesta al whatsapp, es que no le intereso', acabamos finalmente con una relación que podría llegar a ser muy gratificante para ambas partes. Hablo de una relación que no tiene por qué llegar al altar, sino que te inculque valores, conocimientos y aficiones que pueden llegar a complementar tu vida y hacerla más llevadera y feliz. 

A nadie nos gusta que nos hagan daño, pero ir con miedo tampoco es la solución. Puede ser que llegue a tu vida la persona más impresionante y que la dejes escapar porque en tu anterior relación te hirieron. Culpa de eso en parte la tiene el tópico de 'todos los tío/as son iguales' y es que justificamos cualquier relación fallida asimilando que la única razón por la cual no funcionó es porque todos son semejantes, y no al hecho de que has tenido la mala suerte de encontrarte solo con la persona errónea. Simplemente no funcionó. No estamos siendo justos. En ese aspecto también somos un poco hipócritas. ¿Acaso nosotros no hemos cometido errores? ¿No querrías que te dieran una oportunidad?

Intentar dejar a un lado ese miedo es difícil, pero sí que podemos hacer un esfuerzo por evitar que sea el centro de nuestra vida y el principal motivo de discusión con nuestras parejas. Aquí también entra la paciencia de cada uno, porque no es algo eterno y tampoco uno puede permitirse en esa situación ser cabezota. Ya no solo digo esto para conservar nuestra pareja, sino ya para liberarnos como personas. El miedo a que nos hagan daño también se extiende a nuestras amistades y familia. Debemos aprender a confiar. Puede ser que nos lastimen por ello, pero peor es no haberlo intentado. 

Con el tiempo nos damos cuenta que de todo se aprende, aunque al principio parezca que eso es imposible y que no vamos a ser capaces de superar ese bache. No os habla la voz de la experiencia, pero sí alguien que ha aprendido que si uno no arriesga, no gana y ya que tengo un no por delante... ¿Por qué no ir a por un sí?

De una forma u otra, va a enriquecer mi vida y no pienso perderme ninguna experiencia por ser una cobarde.

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