[*No me gusta publicar entradas tan extensas, pero creo que podría ayudar a más de uno si alguna vez tiene que realizar un análisis de alguno de los libros. O ya simplemente, por si alguien le entusiasma el tema, tal vez curiosidad.]
La lengua del Tercer Reich
La lengua del Tercer Reich
Victor Klemperer fue un escritor, periodista, filólogo y profesor de
universidad alemán. Por su origen judío, sufrió la persecución nazi, pero su
matrimonio con una mujer aria le permitió sobrevivir a la Alemania nazi.
Klemperer siempre tuvo una fuerte identificación con la cultura alemana,
llegando incluso a participar voluntariamente en el ejército alemán, combatiendo
finalmente en la I Guerra Mundial, pero eso no evitó que la Gestapo lo visitase
con frecuencia. Es durante esa época en la que se dedica a escribir su diario
personal que es precisamente el libro que a continuación vamos a analizar: La lengua del Tercer Reich.
LTI (Lingua
Tertii Imperii) estudia la forma de propaganda nazi que alteró el alemán
para inculcar a la gente las ideas nacionalsocialistas. El libro fue escrito en
forma de notas personales en las cuales Klemperer buscaba algún medio de escape
a su agonía. El autor muestra cómo el nuevo idioma llegó a ser usado como
instrumento de fomentación del antisemitismo y posteriormente hablado por la
mayoría de la población.
Klemperer describe detalladamente a lo largo de toda
la obra los neologismos, palabras o expresiones, diseñadas por los nazis, para
manipular a la comunidad, cuyo uso se generalizó y se puso de moda. También hay
un hueco para relatar con minuciosidad las prohibiciones diarias a la que era
sometido el autor y cada uno que perteneciese a la comunidad judía. Muestra al
gobierno como autoritario, partiendo de la prohibición de las libertades
básicas.
1984
George Orwell (seudónimo de Arthur Blair) fue un escritor y
periodista británico, cuyas obras están influidas por las propias experiencias
del autor, que podríamos clasificarla en tres etapas: su posición contra el
imperialismo británico, llegando a ser representante de las fuerzas del orden colonial
en Birmania en su juventud; a favor de la justicia social, después de haber
observado las condiciones de la vida de las clases sociales de los trabajadores
en Londres y París; y en contra de los totalitarismos nazi y stalinista, tras
su participación en la Guerra Civil Española.
Orwell es considerado como uno de los ensayistas más
destacados del siglo XX, conocido sobre todo por dos novelas críticas contra el
totalitarismo: Rebelión en la granja
y 1984 (la cual vamos a comparar con
la novela de Victor Klemperer). Aunque también es principalmente conocido por
su trabajo como periodista en su época como reportero, en obras como Homenaje a Cataluña (en el período de la
Guerra Civil) o El camino a Wigan Pier
(donde describe las condiciones de vida de los mineros en el norte de
Inglaterra).
1984 es la visión que tiene Orwell sobre una sociedad
totalitarista situada en un futuro cercano. Tal dictadura interfiere hasta tal
punto en la vida privada de los ciudadanos que resulta imposible escapar de su
control. La figura del Gran Hermano es imprescindible (‘es el que lo ve todo’)
y a través de un instrumento como la neolengua, va a controlar y definir el
pensamiento de la población. Es aquí donde encontramos el punto de partida con
la semejanza de LTI y es que Orwell tomó como modelo para la invención de ese
lenguaje la propaganda totalitaria nazi y soviética de aquel momento.
Se la considera como una de las obras cumbre de la
trilogía de las distopías (sociedad ficticia indeseable en sí misma) de
principios del siglo XX, junto con Un
mundo feliz de Aldous Huxley y Fahrenheit
451 de Ray Bradbury.
Ambos autores estuvieron presentes en los
acontecimientos más importantes del siglo XX, por lo que sus obras están
condicionadas y altamente relacionadas con esa época. Estamos hablando de las
dos Guerras Mundiales, el surgimiento del nazismo y el expansionismo soviético.
Y es que las dos obras fueron publicadas con dos años de diferencia entre sí,
en 1947 (LTI) y 1949 (1984).
¿Qué relación podemos encontrar entre ellas?
La propaganda como tema de unión
Según la RAE, la propaganda es ‘acción o efecto de dar a conocer algo con el fin de atraer adeptos o
compradores’ o en un segundo término ‘asociación
cuyo fin es propagar doctrinas, opiniones’. Es decir, la propaganda se
articula a partir de un discurso persuasivo que busca la adhesión del otro a
sus intereses. Su planteamiento es sencillo, consiste en utilizar una
información representada y difundirla masivamente con la intención de apoyar
una opinión ideológica o política. Puede llegar a representarse ese mensaje de
forma desvirtuada y desequilibrada. Es por ello que a menudo es considerada
poco creíble e incluso engañosa.
La propaganda puede ser difundida por múltiples
emisores y en contextos muy diferentes, pero sea cual sea su objetivo, su
principal fin es que intenta, a través de la persuasión, influir en los
sentimientos y en la razón de ser de la persona. La cuestión no es hablar de la verdad, sino
convencer a la gente (pretende inclinar la opinión general, no informarla). Debido
a esto, muchas veces viene con una alta carga emocional, en especial a
sentimientos patrióticos, y apela a argumentos más emocionales que racionales. Cuando
no es utilizada de forma ética es realmente un medio de desinformación y
censura. El ministro de Adolf Hitler, Goebbels, lo primero que hizo para
consolidarse en el poder fue apoderarse de los medios de comunicación para
‘adoctrinar’ al pueblo con propaganda política. Y es que mucha gente no se ha
percatado todavía de que los medios de comunicación son un instrumento
realmente poderoso y como tal, peligroso en manos equivocadas.
El padre de la propaganda nazi fue Joseph Goebbels,
responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda. Su función
consistía en controlar todos los medios (radio, televisión, cine, literatura…).
Asimismo, debía de impedir que saliera a la luz información del exterior.
A Goebbels se le atribuye mucho la propaganda
moderna. Según un experto en psicología política y control de masas, el Dr.
Leonard W. Doob, profesor en la Universidad de Yale, en su artículo Principios de la Propaganda de Goebbels,
recoge una serie de principios que son los que servirán a Orwell en su novela 1984. Entre ellos, el principio de
simplificación (una única idea y enemigo); reunir diversos adversarios en una
categoría; cargar sobre el adversario los propios errores; convertir cualquier
anécdota en una amenaza grave; toda propaganda ha de ser popular (‘cuanto más
grande sea la masa, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental para
convencerla’); la propaganda ha de limitarse a un número de ideas y repetirlas
constantemente, siempre con el mismo concepto, sin fisuras (de aquí viene la
famosa frase: ‘si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse
en verdad’); hay que emitir constantemente informaciones, para evitar posibles
réplicas; disimular las noticias que favorecen al adversario; difundir
argumentos que puedan arraigar actitudes primitivas (prejuicios tradicionales,
historicidad nacional…); convencer a mucha gente de que hay unanimidad de
pensamiento.
El mensaje propagandístico nazi se basaba en la
lógica simple y directa asentada en tres pilares: anticomunismo,
anticapitalismo y antiseminismo, como bien hemos podido ver en LTI.
La propaganda también estuvo muy presente durante el
mandato de Lenin y Stalin, siendo hasta cierto punto semejante con la
propaganda nazista. Los soviéticos consideraban la propaganda como un método
natural de información y educación de los ciudadanos. Una de sus
características era la diversidad de prensa. Había diarios para cada región y
profesión, pero todos decían lo mismo, pero de manera apropiada para cada
respectivo lector. Utilizaban los medios sobre todo para difundir la idea del
comunismo: abolir las clases sociales e instaurar una propiedad comunal;
prohibir la propiedad privada; eliminar los organismos legislativos; etc.
Similitudes entre la neolengua y el lenguaje nazi
Al final de la novela 1984 aparece un apéndice titulado Los principios de neolengua, donde se explican los principios de la
misma. La neolengua es la lengua oficial de Oceanía y uno de los pilares
básicos del régimen del Partido. El objetivo en sí es sustituir la vieja lengua
para dominar los pensamientos de la población, de esa forma, evitar los deseos
o libertades, ya que no hay palabras para expresar esos conceptos. Es por tanto
que dejan de existir dichos conceptos. ¿Y esto a qué se debe? Pues porque
nosotros interpretamos el mundo a través del lenguaje, y si nos lo limitan, eso
implica que tendremos una menor percepción del mundo (‘cuanto menos palabras
poseamos, menos realidad podemos ver’).
¿Qué características tiene la neolengua? El
vocabulario se reduce al mínimo porque la finalidad de la neolengua es
disminuir el área de pensamiento, objetivo que puede conseguirse disminuyendo el
número de palabras. Otra particularidad es que cualquier palabra de la lengua
se puede usar como verbo, nombre adjetivo o adverbio. Entre la forma del verbo
y la del nombre, si son de la misma raíz, no se produce variación alguna, lo
que supone una destrucción de muchas formar arcaicas.
La idea de la neolengua ha permanecido como un tema
de actualidad e interés moral. Y es que de hecho, como nombramos anteriormente,
se dice que es probable que George Orwell se inspirase en la propaganda nazi y
soviética del momento. Por lo que es muy ilustrativo el libro de Victor
Klemperer, LTI. Es por ello que ahora vamos a centrarnos en esta obra, ya que
es la base de toda la creación de la neolengua. No podemos obviar que la
neolengua es simplemente una lengua artística de una novela en representación
de algo real, pero sigue siendo ficción, mientras que el lenguaje nazi en todo
su conjunto es algo que surgió y que en algunos aspectos persevera en nuestra
sociedad.
La característica básica de la lengua del Tercer
Reich es precisamente su pobreza. El lenguaje nacionalsocialista estaba lleno
de tópicos que se repetían continuamente. Su simplicidad es lo que lo hacía
realmente peligroso, ya que cualquier persona podía emplearlo,
independientemente de su nivel cultural. Es un lenguaje que está enfocado
exclusivamente al fanatismo. De hecho, el adjetivo fanático era de lo más usado en esa época (como bien le dedica el
autor un capítulo íntegro) y precisamente no tiene una connotación positiva, ya
que se considera una especie de ‘pasión enfermiza’. Según la RAE: fanático es
aquel ‘que defiende con tenacidad desmedida
y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas’
o ‘preocupado o entusiasmado ciegamente
por algo’. Pero sin embargo, el Tercer Reich convirtió fanático en un superlativo de valiente y entregado, llegándose a
utilizar masivamente y de una forma descontrolada, empleándose en todas las
ocasiones.
Otra cosa que llama especialmente la atención es
precisamente los nombres que recibían los niños. Ya existía una moda wagneriana
y un nacionalismo existente de poner nombres relacionados con la mitología
nórdica desde hacía tiempo, pero en el Tercer Reich se convierte prácticamente
en un deber. Los nombres que venían del
Antiguo Testamento estaban prohibidos y provocaba situaciones un tanto
paradójicas. El autor recoge un ejemplo en el cual unos miembros del Partido
(antes de esta fase) llamaron a su niña Christa, por lo que al estar negado,
sustituían la c- por una inicial alemana, la k- y para que no quedase duda
alguna de su fidelidad, se le añadía un segundo nombre muy germano, como puede
ser Heidrun (una versión de Erika). El problema era que el nombre Heidrum tenía
un significado ridículo: una cabra que llevaba en las ubres hidromiel y
perseguía intransigentemente al macho cabrío. Un nombre no muy apropiado para
una mujer. Lo mismo ocurría con los nombres de las calles y de las regiones.
Hay una lista enorme de peculiaridades, como hablar
de ‘física judía’ para referirse a la Teoría de la Relatividad.
Conclusión
LTI muestra una reflexión muy profunda sobre la
lengua del Tercer Reich y sobre cómo esta participó en este régimen de una
manera definitiva.
Es un libro que no solo muestra las atrocidades
nazis, sino la peligrosidad de la propaganda y la importancia que tiene la
lengua para una comunidad. Esto último es imprescindible para que se produzca
todo lo demás. La palabra es el arma más perfecta que hay, ya que si se quiere
usar para el mal, puede emplearse sin que nos percatemos a simple vista, pero
que a su vez, deja una huella imborrable.
Ya me había leído el cuatrimestre anterior 1984, así que fue bastante impactante
ver tantas semejanzas en LTI. Más que nada porque La lengua del Tercer Reich te aporta no solo un análisis de la
lingüística, sino un contexto histórico, por lo tanto, aunque sabías de
antemano que la novela de George Orwell estaba basada en esa época, no me había
dado cuenta que toda ella en su conjunto lo está.
Contra vamos avanzando en la lectura, en mi caso,
fui aprendiendo cosas que desconocía del nazismo. Tanto en la escuela como la
televisión nos muestra la misma cara del nazismo una y otra vez. Todo el mundo
sabe las atrocidades que se cometieron, pero nada más. ¿Por qué? Porque es lo
único que nos aportan nuestros libros de texto o las series de televisión. Cada
uno de ellos va enfocado en busca de una empatía del espectador/lector, pero
sin ir más allá, no dándole la importancia necesaria a una pieza fundamental de
esa época como lo fue la propaganda. He
leído Ana Frank, El niño con el pijama de rayas y más de
algún otro sobre este período histórico, pero es el primero que me muestra la
verdadera esencia de aquellos tiempos. Con esos libros he llorado, pero ninguno
me ha aportado lo que este. Es un análisis al completo de las características
de una dictadura, de un sistema autoritario, algo que en cierto modo nos ayuda
a reflexionar no sobre esa época, sino la actual, dada la importancia de la
propaganda hoy en día.
1984 da especial importancia a ese término, pero de una
forma más ingeniosa y no tan teórica. La mayoría de las veces, las historias
fantasiosas son las que más calan en la persona porque a simple vista creemos
que es solo ficción y que su finalidad es aislarnos un rato de nuestra vida
cotidiana, sin embargo, su trasfondo es el más completo. ¿Por qué? Porque
mientras vamos leyendo, nos damos cuenta de las semejanzas que hay con la
actualidad o de hace unos años y al no estar las ideas plenamente ordenadas y
claras, nos incita más a reflexionar y a sacar el jugo de la historia. También
tenemos que ser conscientes de que en esa época era especialmente peligroso
publicar cualquier cosa que estuviese en contra de los sistemas totalitarios,
por lo que una forma de amortiguar el golpe, es a través de la fantasía.
Creo que el problema que tenemos con la historia es
que nos avergonzamos en cierto grado de lo que el hombre ha llegado a hacer e
intentamos amortiguarlo a través de historias personales como El pianista, donde en resumidas cuentas,
un alemán salva al judío. La historia es cierta, no podemos negar una obviedad,
pero que no todos los casos fueron así ni mucho menos. Hay muchas películas,
libros, documentales, etc. sobre la exterminación de esta comunidad, pero en la
mayoría aparece un personaje que sobresale del resto por tener un alma
caritativa y que finalmente, ese personaje es el que lleva todo el peso de la
película y es precisamente lo que recordamos. Tuve que analizar para clase esta
película y cuando pregunte a mis compañeros sobre qué les parecía, todos
hablaban del alemán que después de salvar al protagonista, muere. ¿A ninguno se
le ocurrió cuántos judíos fueron exterminados por su culpa? Y ya no por la
suya, sino por el resto de los nazis. ¿Nadie recuerda la escena que tiran por
un balcón a un hombre mayor en silla de ruedas?
Supongo que evitar todo aquello que perjudique a
nuestra imagen a toda costa. Tal vez ese sea el motivo de la frase ‘el ser
humano es el único animal que siempre tropieza con la misma piedra’, ya que no
intentamos aprender de los errores de otras generaciones de la humanidad.
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