martes, 29 de abril de 2014

Caminando entre libros: LTI - 1984

[*No me gusta publicar entradas tan extensas, pero creo que podría ayudar a más de uno si alguna vez tiene que realizar un análisis de alguno de los libros. O ya simplemente, por si alguien le entusiasma el tema, tal vez curiosidad.]

La lengua del Tercer Reich

Victor Klemperer fue un escritor, periodista, filólogo y profesor de universidad alemán. Por su origen judío, sufrió la persecución nazi, pero su matrimonio con una mujer aria le permitió sobrevivir a la Alemania nazi. Klemperer siempre tuvo una fuerte identificación con la cultura alemana, llegando incluso a participar voluntariamente en el ejército alemán, combatiendo finalmente en la I Guerra Mundial, pero eso no evitó que la Gestapo lo visitase con frecuencia. Es durante esa época en la que se dedica a escribir su diario personal que es precisamente el libro que a continuación vamos a analizar: La lengua del Tercer Reich.

LTI (Lingua Tertii Imperii) estudia la forma de propaganda nazi que alteró el alemán para inculcar a la gente las ideas nacionalsocialistas. El libro fue escrito en forma de notas personales en las cuales Klemperer buscaba algún medio de escape a su agonía. El autor muestra cómo el nuevo idioma llegó a ser usado como instrumento de fomentación del antisemitismo y posteriormente hablado por la mayoría de la población.


Klemperer describe detalladamente a lo largo de toda la obra los neologismos, palabras o expresiones, diseñadas por los nazis, para manipular a la comunidad, cuyo uso se generalizó y se puso de moda. También hay un hueco para relatar con minuciosidad las prohibiciones diarias a la que era sometido el autor y cada uno que perteneciese a la comunidad judía. Muestra al gobierno como autoritario, partiendo de la prohibición de las libertades básicas.

1984

George Orwell (seudónimo de Arthur Blair) fue un escritor y periodista británico, cuyas obras están influidas por las propias experiencias del autor, que podríamos clasificarla en tres etapas: su posición contra el imperialismo británico, llegando a ser representante de las fuerzas del orden colonial en Birmania en su juventud; a favor de la justicia social, después de haber observado las condiciones de la vida de las clases sociales de los trabajadores en Londres y París; y en contra de los totalitarismos nazi y stalinista, tras su participación en la Guerra Civil Española.

Orwell es considerado como uno de los ensayistas más destacados del siglo XX, conocido sobre todo por dos novelas críticas contra el totalitarismo: Rebelión en la granja y 1984 (la cual vamos a comparar con la novela de Victor Klemperer). Aunque también es principalmente conocido por su trabajo como periodista en su época como reportero, en obras como Homenaje a Cataluña (en el período de la Guerra Civil) o El camino a Wigan Pier (donde describe las condiciones de vida de los mineros en el norte de Inglaterra).

1984 es la visión que tiene Orwell sobre una sociedad totalitarista situada en un futuro cercano. Tal dictadura interfiere hasta tal punto en la vida privada de los ciudadanos que resulta imposible escapar de su control. La figura del Gran Hermano es imprescindible (‘es el que lo ve todo’) y a través de un instrumento como la neolengua, va a controlar y definir el pensamiento de la población. Es aquí donde encontramos el punto de partida con la semejanza de LTI y es que Orwell tomó como modelo para la invención de ese lenguaje la propaganda totalitaria nazi y soviética de aquel momento.

Se la considera como una de las obras cumbre de la trilogía de las distopías (sociedad ficticia indeseable en sí misma) de principios del siglo XX, junto con Un mundo feliz de Aldous Huxley y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury.

Ambos autores estuvieron presentes en los acontecimientos más importantes del siglo XX, por lo que sus obras están condicionadas y altamente relacionadas con esa época. Estamos hablando de las dos Guerras Mundiales, el surgimiento del nazismo y el expansionismo soviético. Y es que las dos obras fueron publicadas con dos años de diferencia entre sí, en 1947 (LTI) y 1949 (1984).
¿Qué relación podemos encontrar entre ellas?

La propaganda como tema de unión

Según la RAE, la propaganda es ‘acción o efecto de dar a conocer algo con el fin de atraer adeptos o compradores’ o en un segundo término ‘asociación cuyo fin es propagar doctrinas, opiniones’. Es decir, la propaganda se articula a partir de un discurso persuasivo que busca la adhesión del otro a sus intereses. Su planteamiento es sencillo, consiste en utilizar una información representada y difundirla masivamente con la intención de apoyar una opinión ideológica o política. Puede llegar a representarse ese mensaje de forma desvirtuada y desequilibrada. Es por ello que a menudo es considerada poco creíble e incluso engañosa.

La propaganda puede ser difundida por múltiples emisores y en contextos muy diferentes, pero sea cual sea su objetivo, su principal fin es que intenta, a través de la persuasión, influir en los sentimientos y en la razón de ser de la persona.  La cuestión no es hablar de la verdad, sino convencer a la gente (pretende inclinar la opinión general, no informarla). Debido a esto, muchas veces viene con una alta carga emocional, en especial a sentimientos patrióticos, y apela a argumentos más emocionales que racionales. Cuando no es utilizada de forma ética es realmente un medio de desinformación y censura. El ministro de Adolf Hitler, Goebbels, lo primero que hizo para consolidarse en el poder fue apoderarse de los medios de comunicación para ‘adoctrinar’ al pueblo con propaganda política. Y es que mucha gente no se ha percatado todavía de que los medios de comunicación son un instrumento realmente poderoso y como tal, peligroso en manos equivocadas.

El padre de la propaganda nazi fue Joseph Goebbels, responsable del Ministerio de Educación Popular y Propaganda. Su función consistía en controlar todos los medios (radio, televisión, cine, literatura…). Asimismo, debía de impedir que saliera a la luz información del exterior.

A Goebbels se le atribuye mucho la propaganda moderna. Según un experto en psicología política y control de masas, el Dr. Leonard W. Doob, profesor en la Universidad de Yale, en su artículo Principios de la Propaganda de Goebbels, recoge una serie de principios que son los que servirán a Orwell en su novela 1984. Entre ellos, el principio de simplificación (una única idea y enemigo); reunir diversos adversarios en una categoría; cargar sobre el adversario los propios errores; convertir cualquier anécdota en una amenaza grave; toda propaganda ha de ser popular (‘cuanto más grande sea la masa, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental para convencerla’); la propaganda ha de limitarse a un número de ideas y repetirlas constantemente, siempre con el mismo concepto, sin fisuras (de aquí viene la famosa frase: ‘si una mentira se repite suficientemente, acaba por convertirse en verdad’); hay que emitir constantemente informaciones, para evitar posibles réplicas; disimular las noticias que favorecen al adversario; difundir argumentos que puedan arraigar actitudes primitivas (prejuicios tradicionales, historicidad nacional…); convencer a mucha gente de que hay unanimidad de pensamiento.

El mensaje propagandístico nazi se basaba en la lógica simple y directa asentada en tres pilares: anticomunismo, anticapitalismo y antiseminismo, como bien hemos podido ver en LTI.  

La propaganda también estuvo muy presente durante el mandato de Lenin y Stalin, siendo hasta cierto punto semejante con la propaganda nazista. Los soviéticos consideraban la propaganda como un método natural de información y educación de los ciudadanos. Una de sus características era la diversidad de prensa. Había diarios para cada región y profesión, pero todos decían lo mismo, pero de manera apropiada para cada respectivo lector. Utilizaban los medios sobre todo para difundir la idea del comunismo: abolir las clases sociales e instaurar una propiedad comunal; prohibir la propiedad privada; eliminar los organismos legislativos; etc.

Similitudes entre la neolengua y el lenguaje nazi

Al final de la novela 1984 aparece un apéndice titulado Los principios de neolengua, donde se explican los principios de la misma. La neolengua es la lengua oficial de Oceanía y uno de los pilares básicos del régimen del Partido. El objetivo en sí es sustituir la vieja lengua para dominar los pensamientos de la población, de esa forma, evitar los deseos o libertades, ya que no hay palabras para expresar esos conceptos. Es por tanto que dejan de existir dichos conceptos. ¿Y esto a qué se debe? Pues porque nosotros interpretamos el mundo a través del lenguaje, y si nos lo limitan, eso implica que tendremos una menor percepción del mundo (‘cuanto menos palabras poseamos, menos realidad podemos ver’).

¿Qué características tiene la neolengua? El vocabulario se reduce al mínimo porque la finalidad de la neolengua es disminuir el área de pensamiento, objetivo que puede conseguirse disminuyendo el número de palabras. Otra particularidad es que cualquier palabra de la lengua se puede usar como verbo, nombre adjetivo o adverbio. Entre la forma del verbo y la del nombre, si son de la misma raíz, no se produce variación alguna, lo que supone una destrucción de muchas formar arcaicas. 

La idea de la neolengua ha permanecido como un tema de actualidad e interés moral. Y es que de hecho, como nombramos anteriormente, se dice que es probable que George Orwell se inspirase en la propaganda nazi y soviética del momento. Por lo que es muy ilustrativo el libro de Victor Klemperer, LTI. Es por ello que ahora vamos a centrarnos en esta obra, ya que es la base de toda la creación de la neolengua. No podemos obviar que la neolengua es simplemente una lengua artística de una novela en representación de algo real, pero sigue siendo ficción, mientras que el lenguaje nazi en todo su conjunto es algo que surgió y que en algunos aspectos persevera en nuestra sociedad.

La característica básica de la lengua del Tercer Reich es precisamente su pobreza. El lenguaje nacionalsocialista estaba lleno de tópicos que se repetían continuamente. Su simplicidad es lo que lo hacía realmente peligroso, ya que cualquier persona podía emplearlo, independientemente de su nivel cultural. Es un lenguaje que está enfocado exclusivamente al fanatismo. De hecho, el adjetivo fanático era de lo más usado en esa época (como bien le dedica el autor un capítulo íntegro) y precisamente no tiene una connotación positiva, ya que se considera una especie de ‘pasión enfermiza’. Según la RAE: fanático es aquel ‘que defiende con tenacidad desmedida y apasionamiento creencias u opiniones, sobre todo religiosas o políticas’ o ‘preocupado o entusiasmado ciegamente por algo’. Pero sin embargo, el Tercer Reich convirtió fanático en un superlativo de valiente y entregado, llegándose a utilizar masivamente y de una forma descontrolada, empleándose en todas las ocasiones.

Otra cosa que llama especialmente la atención es precisamente los nombres que recibían los niños. Ya existía una moda wagneriana y un nacionalismo existente de poner nombres relacionados con la mitología nórdica desde hacía tiempo, pero en el Tercer Reich se convierte prácticamente en un deber.  Los nombres que venían del Antiguo Testamento estaban prohibidos y provocaba situaciones un tanto paradójicas. El autor recoge un ejemplo en el cual unos miembros del Partido (antes de esta fase) llamaron a su niña Christa, por lo que al estar negado, sustituían la c- por una inicial alemana, la k- y para que no quedase duda alguna de su fidelidad, se le añadía un segundo nombre muy germano, como puede ser Heidrun (una versión de Erika). El problema era que el nombre Heidrum tenía un significado ridículo: una cabra que llevaba en las ubres hidromiel y perseguía intransigentemente al macho cabrío. Un nombre no muy apropiado para una mujer. Lo mismo ocurría con los nombres de las calles y de las regiones.

Hay una lista enorme de peculiaridades, como hablar de ‘física judía’ para referirse a la Teoría de la Relatividad.  

Conclusión

LTI muestra una reflexión muy profunda sobre la lengua del Tercer Reich y sobre cómo esta participó en este régimen de una manera definitiva.

Es un libro que no solo muestra las atrocidades nazis, sino la peligrosidad de la propaganda y la importancia que tiene la lengua para una comunidad. Esto último es imprescindible para que se produzca todo lo demás. La palabra es el arma más perfecta que hay, ya que si se quiere usar para el mal, puede emplearse sin que nos percatemos a simple vista, pero que a su vez, deja una huella imborrable. 

Ya me había leído el cuatrimestre anterior 1984, así que fue bastante impactante ver tantas semejanzas en LTI. Más que nada porque La lengua del Tercer Reich te aporta no solo un análisis de la lingüística, sino un contexto histórico, por lo tanto, aunque sabías de antemano que la novela de George Orwell estaba basada en esa época, no me había dado cuenta que toda ella en su conjunto lo está.

Contra vamos avanzando en la lectura, en mi caso, fui aprendiendo cosas que desconocía del nazismo. Tanto en la escuela como la televisión nos muestra la misma cara del nazismo una y otra vez. Todo el mundo sabe las atrocidades que se cometieron, pero nada más. ¿Por qué? Porque es lo único que nos aportan nuestros libros de texto o las series de televisión. Cada uno de ellos va enfocado en busca de una empatía del espectador/lector, pero sin ir más allá, no dándole la importancia necesaria a una pieza fundamental de esa época como lo fue la propaganda.  He leído Ana Frank, El niño con el pijama de rayas y más de algún otro sobre este período histórico, pero es el primero que me muestra la verdadera esencia de aquellos tiempos. Con esos libros he llorado, pero ninguno me ha aportado lo que este. Es un análisis al completo de las características de una dictadura, de un sistema autoritario, algo que en cierto modo nos ayuda a reflexionar no sobre esa época, sino la actual, dada la importancia de la propaganda hoy en día.

1984 da especial importancia a ese término, pero de una forma más ingeniosa y no tan teórica. La mayoría de las veces, las historias fantasiosas son las que más calan en la persona porque a simple vista creemos que es solo ficción y que su finalidad es aislarnos un rato de nuestra vida cotidiana, sin embargo, su trasfondo es el más completo. ¿Por qué? Porque mientras vamos leyendo, nos damos cuenta de las semejanzas que hay con la actualidad o de hace unos años y al no estar las ideas plenamente ordenadas y claras, nos incita más a reflexionar y a sacar el jugo de la historia. También tenemos que ser conscientes de que en esa época era especialmente peligroso publicar cualquier cosa que estuviese en contra de los sistemas totalitarios, por lo que una forma de amortiguar el golpe, es a través de la fantasía.

Creo que el problema que tenemos con la historia es que nos avergonzamos en cierto grado de lo que el hombre ha llegado a hacer e intentamos amortiguarlo a través de historias personales como El pianista, donde en resumidas cuentas, un alemán salva al judío. La historia es cierta, no podemos negar una obviedad, pero que no todos los casos fueron así ni mucho menos. Hay muchas películas, libros, documentales, etc. sobre la exterminación de esta comunidad, pero en la mayoría aparece un personaje que sobresale del resto por tener un alma caritativa y que finalmente, ese personaje es el que lleva todo el peso de la película y es precisamente lo que recordamos. Tuve que analizar para clase esta película y cuando pregunte a mis compañeros sobre qué les parecía, todos hablaban del alemán que después de salvar al protagonista, muere. ¿A ninguno se le ocurrió cuántos judíos fueron exterminados por su culpa? Y ya no por la suya, sino por el resto de los nazis. ¿Nadie recuerda la escena que tiran por un balcón a un hombre mayor en silla de ruedas?

Supongo que evitar todo aquello que perjudique a nuestra imagen a toda costa. Tal vez ese sea el motivo de la frase ‘el ser humano es el único animal que siempre tropieza con la misma piedra’, ya que no intentamos aprender de los errores de otras generaciones de la humanidad.



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