Mi intención con este post es informar de una forma general al lector para que se labre su propia opinión. En ningún momento quiero persuadir o manipular. Quiero sacarle provecho a que estudié la monarquía este cuatrimestre y dar una visión general de una institución como La Corona, que ahora más que nunca está en la boca de todos. Creo que es esencial profundizar un poco en quién nos representa a cada uno de los españoles. A mi personalmente me importa, y mucho. Muchas personas han salido a la calle para pedir referéndum y otras más me han preguntado qué es eso. Es chocante, sí, al igual que hay personas que se consideran republicanas y no sabían la definición de republicano. Estamos presenciando un momento histórico y carecemos de conocimientos e interés, simplemente persiguiendo al bullicio cuales ciegos. Espero que lo que exponga a continuación le haga reflexionar a más de uno, que es lo único que busco.
-Visibilidad
El
reinado de Juan Carlos rompió un binomio que asociaba a la Monarquía con la
ausencia de democracia.
Si recordamos, el primer intento de España de crear una
democracia fue republicano. Una generación más tarde ocurrió algo impensable:
fue la Monarquía instruida por un dictador la que contribuyó a instaurar la
democracia.
Esto
ha dado lugar a que se haya exaltado y popularizado la imagen de la monarquía.
Tal relectura de la historia tiene su origen en el proceso de democratización,
que comportó una serie de elementos que asociaban a la Monarquía como una
institución ejemplar. Asimismo, dotarla de una legitimidad que uniese pasado y
presente.
Juan
Carlos I ha sido objeto de una exaltación mayor de la que fue la figura de su
padre y su abuelo, en gran medida por el éxito de contribución al proceso
democratizador desde el entramado dictatorial, convirtiéndole en una figura
excepcional. Ha llegado incluso a emplearse el término juancarlismo, que se
fundamenta en la admiración y exaltación de la figura de Juan Carlos, más que a
la propia monarquía. Es por ello que muchos autores consideran que una vez que
fallezca (en este caso ha sido por abdicar) el monarca, se instauraría una república y no seguiría con la sucesión
el Príncipe de Asturias. Obviamente no vamos a quitarle el valor de su persona
–desmontar el régimen franquista y apuntillar al pretorianismo que le hacen
acreedor de justificados elogios- , pero en algunos casos llegan a la
desmesura.
Esta
idealización del monarca ha comportado también la de la familia real, que se ha
convertido en cierto modo en un tema tabú para los medios de comunicación. Así
lo remarcó Juan Balansó, un periodista y escritor español especializado en
historia de la Monarquía:
[…]
La Casa Real, mediante sutiles medios de control, se encarga de que solo les
veamos como personas simpáticas y sencillas, incapaces de desafinar. Por
ejemplo, una jefa de prensa apodada, por su ceso, la Tercera Infanta, impide
que se le pueda fotografiar a la Familia Real fuera de lo que ella entiende que
debe ser. Dicha señoría […] ha llegado a repartir notas a los asistentes a las
recepciones que ofrece palacio, de este tenor: <Se recuerda que las
conversaciones de Su Majestad no se podrán difundir> […]
. Hemos alcanzado un
punto en el que el respeto que se tiene a los Reyes, como anota el escritor
Vicente Verdú, <raya en la autocensura>.
Se
produjo por primera una inflexión de esa visión idealizada en la década de los
noventa, pero que ha ido in decrescendo esa ‘degradación’ de la imagen de la
Familia Real hasta nuestros días. Habríamos de destacar varios acontecimientos
que condujeron a perjudicar su imagen:
-
Se le atribuyó al monarca la existencia de posibles vínculos con personas
acusadas de irregularidades económicas. Hasta se llegó a especular de un
posible complox para hacerle abdicar e instaurar la Tercera República.
-
Un segundo elemento fue la relación del príncipe Felipe con la modelo sueca Eva
Sannum. Es importante destacarlo porque se abrió un
polémico debate sobre cuál debía ser la función de la Monarquía. Asimismo,
facilitó que la institución dejase de ser un tema tabú hasta cierto punto. Fue
un asunto un tanto polémico porque al parecer dividió a los propios monarcas:
el Rey estaba en total desacuerdo con esa relación, mientras que la Reina
apoyaba a su hijo. En ese marco, los esponsales del príncipe con la periodista
Letizia Ortiz también crearon cierta expectación: el enlace del príncipe con
una mujer plebeya, con un perfil más polémico que el de Sannum por ser mujer
divorciada y de padres separados. Se presentó este matrimonio como una
modernización de la Monarquía, sin embargo, algunos consideraban que ese enlace
podía perjudicar a la Corona. El conde de Barcelona fue tajante al respecto
cuando se especulaba la relación de Felipe con Isabel Sartorius, temeroso de
que una boda de ese calibre podía minar los propios cimientos de la Corona:
<El
príncipe [Felipe] sabe que no puede ser libre para elegir a su futura mujer
porque esta será la Reina de España. Su libertad de acción será limitada> ;
<No concibo que se pueda poner en peligro o desmoronar todo lo conseguido
por una elección irreflexiva y contraproducente>; <Para ser reina hay que
casarse con un futuro rey y, para eso, hay que prepararse desde niña>.
Jesús
Pabón, político, historiador y periodista, señaló en 1965 las implicaciones que
a largo plazo pueden comportar los matrimonios morganáticos de los príncipes:
<Al procurar el derribo de ciertas barreras
se suelen pasar por alto las consecuencias. En general se atiende a un caso
concreto. El cual abrirá el paso imperiosamente a otros casos concretos. La
extensión y la complejidad del problema que se produciría resultan pavorosas.
También de esa manera desaparecería lo incuestionable de la sucesión>. Como
ha señalado Armand de Fluvià, <la monarquía, que ya por sí misma es un
anacronismo, si se moderniza, pierde las características propias de la
institución ya no tiene sentido,
justificación ni razón de ser y, por eso es mucho mejor la República>. Por
consiguiente, señala, <la modernización de la monarquía es la república>.
La
modernidad que supone la incorporación de ‘una mujer del pueblo’ abre las
compuertas del videopopulismo. Igual que los medios de comunicación pueden
difundir una buena imagen de la futura Reina, puede llegarse a ver una
situación no deseada por esta, lo que puede comportar un gran desgaste de la
misma. Tusell fue claro al respecto:
<La
Monarquía española no aguantaría una sobreexposición mediática como sufre la
británica, porque no está consolidada>.En este sentido, para proteger su
imagen, la Corona ha sido blindada tanto por el Código Penal como por la
Constitución.
A
raíz de los últimos acontecimientos (Caso Noós, donde está implicado su yerno; rumores
de desavenencias matrimoniales, opacidad de las finanzas, etc.) han incentivado
a que la familia real se les elimine la apropiación del término idealista y que
esté enfrentándose por una de sus mayores crisis.
Según
Dr. Fernando Ramos: <la crisis que sufre la monarquía no es de imagen, sino
estructural porque hay una generación de españoles menores de 40 años que
quieren dar la respuesta a una pregunta que no se les hizo a sus padres>. Es
un problema de fondo que trasciende de los escándalos que la rodean y afecta a
su origen y al final de un ciclo histórico. Y es que tres de cada cuatro
españoles menores de 40 años rechaza la monarquía porque no reconoce el papel
que se atribuye al Rey en la recuperación de la democracia.
La
Casa Real, abrumada por los escándalos, está realizando una campaña para evitar
agravar la situación. Podemos destacar varios ejemplos: La nueva página de la
familia real que nace como una declaración de intenciones expresada en el
saludo del Rey: <mejorar la comunicación de la Corona con todos los
españoles>; se suben a youtube los vídeos relacionados con el monarca; se
relanza la figura del Rey como marca España en el mundo; se incrementa la
presencia pública de su sucesor y su
consorte; se intenta un pacto con los medios para agrandar la figura del
monarca y rebajar el tono de las críticas. El punto de elevación de esta
estrategia, una entrevista en RTVE con motivo del 75 aniversario del Rey, pero
que bajo la opinión pública, resultó un fiasco, sobre todo por falta de contenido.
La Casa Real se orienta hacia el sentido utilitario de la institución, tratando
de convencer a los españoles de que la Monarquía es útil y que produce
estabilidad.
-Historicidad
En
la actualidad, existen diversas definiciones del término monarquía debido a su
evolución histórica y a las diferentes conceptualizaciones.
Comenzaremos
analizando su concepto más básico: se funda en la base de la voluntad de un
simple individuo. Muchos autores justifican la legalidad que se le apropiaba a
la monarquía porque estaba basada su lógica en el poder divino, de hecho, queda
recogido en la Teología del Antiguo Testamento:
‘Dios
establece a los reyes como sus ministros y reina a través de ellos sobre los
pueblos (…) Los príncipes actúan, pues, como ministros de Dios y son sus representantes en la Tierra. Por
esto, el trono real no es el trono de un hombre sino el trono de Dios mismo.
Así, la persona de los reyes es sagrada y atentar contra ellos es un
sacrilegio. Se debe obedecer a los príncipes por principio de religión y de
conciencia. El servicio de Dios y el respeto por los reyes son cosas unidas (…)
Dios ha puesto en los príncipes algo de divino.’
El proceso
histórico del sistema de gobierno de las naciones derivó en lo que actualmente
conocemos como monarquía constitucional. Su principal diferencia con su
antecesora es que el monarca acepta trabajar con las instituciones democráticas
y donde el propio rey es jefe de estado por voluntad del pueblo, no por
voluntad divina. La monarquía constitucional tuvo sus raíces en el proceso
constitucional del Reino Unido para limitar los poderes del monarca,
iniciándose en la Baja Edad Media con altibajos hasta la Revolución de 1668. Su
evolución continuará hasta conocerse como monarquía parlamentaria en los SXIX y
SXX, en los que pasó a una monarquía más democrática.
El debate que
detonó los cambios en Inglaterra surgió cuando se cuestionó la relación entre
el Rey, los Lores (Cámara Alta del Parlamento) y los Comunes (Cámara Baja del Parlamento).
Se discutía si la cuestión hereditaria de la monarquía afectaba el equilibrio
del Gobierno. El proceso encontró una serie de impedimentos, ya que a
diferencia de Reino Unido, el sistema medieval no había sido abolido en su
totalidad, por lo que seguían en vigor estados absolutistas. Por lo que nos
percatamos de que las monarquías jurídicamente limitadas no fueron concebidas
por la evolución, sino por la revolución. Así, se crearon en Europa continental
constituciones escritas, no históricas y tradicionales, como en el caso de
Inglaterra.
La revolución
dentro del constitucionalismo europeo se originó por los casos de la
Constitución Francesa de 1791 y la Constitución Española de 1812, en las que
tenía mucho más peso las ideas democráticas que las monárquicas. Sin embargo,
esas monarquías republicanas perecieron al establecerse un mayor control sobre
los principios monárquicos en el SXIX, lo que se conoce hoy como monarquía
constitucional. Este tipo de monarquía buscaba el equilibrio entre la tradición
y la razón. A pesar del desarrollo diferente entre las monarquías de Reino
Unido y el resto de los países europeos, en ambas podemos encontrar semejanzas;
donde la soberanía radica en el pueblo, el parlamento legisla y donde el
ejecutivo gobierna. A esta convergencia se le agregó el sistema parlamentario y
de gobierno más complejo.
Hegel afirmaba
que la institución de la monarquía hereditaria no debía ser vista como algo
medieval, sino como una institución moderna, donde la sociedad desvía sus
problemas a un gobierno electo y politizado. Además, aseguraba que una
monarquía constitucional no comprometería los principios de una revolución.
Al convertirse
las instituciones más seguras y funcionales, favoreció las transiciones
democráticas que encontramos hoy en día, sobre todo debido a que el estado suprimió
su derecho de intervenir en el orden legal de su funcionamiento.
Según Walter
Bagehot, periodista y economista inglés que escribió The English Constitution,
‘la razón por la que la monarquía es un gobierno fuerte es porque se trata de
un gobierno inteligible, ya que la naturaleza de la Constitución, la acción de
la asamblea, el rol de los partidos y la guía de opiniones son hechos
complejos, difíciles de conocer y fáciles de errar; sin embargo, la acción de
un simple individuo recae en ideas fáciles de comprender’.
-Legitimidad
En
primer lugar, vamos a hacer una breve definición de legitimidad: justificación
ética del origen del poder, del ejercicio del mando político, de la procedencia
y aplicación de la ley o de cualquier otro acto de autoridad pública. Se habla
de legitimidad monárquica para justificar la toma y el ejercicio del poder real
constituido. La legitimidad se refiere a la credencial ética para mandar y ser
obedecido.
Nos
enfrentamos a dos artículos importantes para entender la verdadera función del
monarca:
‘El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y
permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones,
asume la más alta representación del Estado español en las relaciones
internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y
ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes’
[…] ‘La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad […]’
(Artículo 56, Título II)
‘La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del
Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes,
inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley’
(Artículo 117, Título VI)
El artículo 56 de entrada nos dice que el Rey es jefe del
estado, pero que sin embargo no existe vinculación con el soberano. Vemos por
tanto que la función de la corona es meramente simbólica, pero
institucionalmente está en el nivel de la inviolabilidad porque el artículo 56
nos dice que la figura del Rey es inviolable.
¿Dónde encontramos el elemento de su legitimidad? Fruto de la
propia historia. Nuestra Constitución nace en un momento determinado, con
ciertos condicionantes históricos. Esto es clave para entender esta
institución. Estos artículos nos dicen que el Rey es símbolo de la continuidad,
¿de qué? Entraña la continuidad del momento histórico que se vivía, es decir,
una dictadura. Es por ello que esta institución es antidemocrática. Sin
embargo, tenemos que recordar que este sistema de gobierno fue votado en
referéndum nacional por todos los españoles en 1978.
En las monarquías constitucionales o parlamentarias, el
monarca tiene un papel estabilizador, arbitrario, neutral y por encima del
Gobierno. Brindan continuidad, estabilidad constitucional, en casos de crisis pueden
formar gobiernos y dirigir las fuerzas armadas. Todas recogidas en la Carta
Magna. El Rey no posee un auténtico poder, sino únicamente una serie de
funciones. Podemos poner como ejemplo cuando el primer Jefe de Estado europeo
que ha recibido el Presidente Obama en la Casa Blanca haya sido el Rey de
España. Convirtiéndose el Rey, de alguna forma, en una especie de ministro de
Asuntos Exteriores, pero por encima de los partidos.
A continuación relacionamos el artículo 57 con el 14 que
dicen así:
‘La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M.
Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. La
sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y
representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores;
en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el
varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos’
(Artículo 57, Título II)
‘Los españoles son
iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón
de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o
circunstancia personal o social’ (Artículo 14, Título I)
Unos de los argumentos de la legitimidad de la monarquía
apela precisamente a la historia y curiosamente la recoge la Constitución:
‘heredero de la monarquía histórica’. Para reforzarlo, Juan Carlos I especificó
en 1977 que renunciaba a sus supuestos derechos sobre la Corona conforme al
cual el Rey de España era su hijo y no él.
¿No
nos dice nada? ¿Acaso no estamos percibiendo una contradicción entre el
artículo 14 y el 57?
El
artículo 14 que estructura el principio de igualdad los convierte incompatibles
con nuestro régimen. La evocación de la legitimidad de la historia lleva un
orden sucesorio que prefiere a los hombres que a las mujeres (en contradicción
con el derecho a la igualdad), una preferencia de una familia a otra, también
en el orden de nacimiento. La monarquía
se basa en ese principio discriminatorio porque es una institución pre-democrática.
Es necesaria por tanto esa contradicción entre los dos artículos mencionados
porque cualquier intento de democratización de la institución, supone la disolución
de la misma. La institución de la monarquía en el seno de un Estado social y
democrático de derecho implica hacer excepciones muy forzadas a principios
constitucionales básicos.
Señalar,
aunque la constitución no dice nada al respecto, que reclama también el orden católico.
¿Por qué? Solo hay que pensar en si se aceptaría que el Príncipe de Asturias se
convirtiese, por poner un ejemplo, al Islam.
Hola Laura, el blog es una pasada, en contenido y diseño. Esta es la primera entrada que leo pero ten por seguro que miraré las otras secciones.
ResponderEliminarRespecto a la Monarquía, creo que los españoles siempre hemos tenido en buena estima esta Monarquía-Parlamentaria en la que muchos (me incluyo) hemos nacido. El problema creo que ha sido que los súbditos han perdido la fe en el buen hacer de las instituciones públicas debido a esta crisis, y eso incluye la Corona. La gente esta quemada de todo y quieren un cambio, a lo que sea, pero un cambio.
Personalmente, tengo la impresión de que la Corona ha hecho un buen papel para España y que Felipe VI será el rey más preparado que tendremos. Lo que me gustaría es que no fuera un bonito felpudo y que se implicara más en la sociedad española, en sus problemas y vaivenes. No nos sirve haberle pagado esa gran educación si al final se dedica a estrechar manos.
Tienes muchísima razón. No solo la crisis, sino también Urdangarín lo ha incentivado aún más. Entiendo el papel que ha realizado Juan Carlos, pero me pesa a mi más que tengamos como representante a una persona 'hijo de...'. A Felipe se le ve bien preparado, sin embargo, una monarquía es algo anticuado en una sociedad como la actual. Tal vez tengas razón cuando dices que muchas personas desean un cambio y punto, sea cual sea y le ha caído a la monarquía. Yo creo que hay un trasfondo un poco más profundo. No hay democracia si hay monarquía... y eso es así.
Eliminar¡Se me olvidó! Muchas gracias por tus halagos y por comentar en el blog. Se agradece muchísimo que de vez en cuando alguien te escriba (a veces pienso que escribo solo para mi). Un beso enorme y espero que disfrutes con lo que hago.
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