martes, 3 de junio de 2014

La Corona

Mi intención con este post es informar de una forma general al lector para que se labre su propia opinión. En ningún momento quiero persuadir o manipular. Quiero sacarle provecho a que estudié la monarquía este cuatrimestre y dar una visión general de una institución como La Corona, que ahora más que nunca está en la boca de todos. Creo que es esencial profundizar un poco en quién nos representa a cada uno de los españoles. A mi personalmente me importa, y mucho. Muchas personas han salido a la calle para pedir referéndum y otras más me han preguntado qué es eso. Es chocante, sí, al igual que hay personas que se consideran republicanas y no sabían la definición de republicano. Estamos presenciando un momento histórico y carecemos de conocimientos e interés, simplemente persiguiendo al bullicio cuales ciegos. Espero que lo que exponga a continuación le haga reflexionar a más de uno, que es lo único que busco. 

-Visibilidad

El reinado de Juan Carlos rompió un binomio que asociaba a la Monarquía con la ausencia de democracia.

Si recordamos, el primer intento de España de crear una democracia fue republicano. Una generación más tarde ocurrió algo impensable: fue la Monarquía instruida por un dictador la que contribuyó a instaurar la democracia.
Esto ha dado lugar a que se haya exaltado y popularizado la imagen de la monarquía. Tal relectura de la historia tiene su origen en el proceso de democratización, que comportó una serie de elementos que asociaban a la Monarquía como una institución ejemplar. Asimismo, dotarla de una legitimidad que uniese pasado y presente.
Juan Carlos I ha sido objeto de una exaltación mayor de la que fue la figura de su padre y su abuelo, en gran medida por el éxito de contribución al proceso democratizador desde el entramado dictatorial, convirtiéndole en una figura excepcional. Ha llegado incluso a emplearse el término juancarlismo, que se fundamenta en la admiración y exaltación de la figura de Juan Carlos, más que a la propia monarquía. Es por ello que muchos autores consideran que una vez que fallezca (en este caso ha sido por abdicar)  el monarca, se instauraría una república y no seguiría con la sucesión el Príncipe de Asturias. Obviamente no vamos a quitarle el valor de su persona –desmontar el régimen franquista y apuntillar al pretorianismo que le hacen acreedor de justificados elogios- , pero en algunos casos llegan a la desmesura.

Esta idealización del monarca ha comportado también la de la familia real, que se ha convertido en cierto modo en un tema tabú para los medios de comunicación. Así lo remarcó Juan Balansó, un periodista y escritor español especializado en historia de la Monarquía:
[…] La Casa Real, mediante sutiles medios de control, se encarga de que solo les veamos como personas simpáticas y sencillas, incapaces de desafinar. Por ejemplo, una jefa de prensa apodada, por su ceso, la Tercera Infanta, impide que se le pueda fotografiar a la Familia Real fuera de lo que ella entiende que debe ser. Dicha señoría […] ha llegado a repartir notas a los asistentes a las recepciones que ofrece palacio, de este tenor: <Se recuerda que las conversaciones de Su Majestad no se podrán difundir> […]
 . Hemos alcanzado un punto en el que el respeto que se tiene a los Reyes, como anota el escritor Vicente Verdú, <raya en la autocensura>.

Se produjo por primera una inflexión de esa visión idealizada en la década de los noventa, pero que ha ido in decrescendo esa ‘degradación’ de la imagen de la Familia Real hasta nuestros días. Habríamos de destacar varios acontecimientos que condujeron a perjudicar su imagen:

- Se le atribuyó al monarca la existencia de posibles vínculos con personas acusadas de irregularidades económicas. Hasta se llegó a especular de un posible complox para hacerle abdicar e instaurar la Tercera República.
- Un segundo elemento fue la relación del príncipe Felipe con la modelo sueca Eva Sannum. Es importante destacarlo porque se abrió un polémico debate sobre cuál debía ser la función de la Monarquía. Asimismo, facilitó que la institución dejase de ser un tema tabú hasta cierto punto. Fue un asunto un tanto polémico porque al parecer dividió a los propios monarcas: el Rey estaba en total desacuerdo con esa relación, mientras que la Reina apoyaba a su hijo. En ese marco, los esponsales del príncipe con la periodista Letizia Ortiz también crearon cierta expectación: el enlace del príncipe con una mujer plebeya, con un perfil más polémico que el de Sannum por ser mujer divorciada y de padres separados. Se presentó este matrimonio como una modernización de la Monarquía, sin embargo, algunos consideraban que ese enlace podía perjudicar a la Corona. El conde de Barcelona fue tajante al respecto cuando se especulaba la relación de Felipe con Isabel Sartorius, temeroso de que una boda de ese calibre podía minar los propios cimientos de la Corona:
<El príncipe [Felipe] sabe que no puede ser libre para elegir a su futura mujer porque esta será la Reina de España. Su libertad de acción será limitada> ; <No concibo que se pueda poner en peligro o desmoronar todo lo conseguido por una elección irreflexiva y contraproducente>; <Para ser reina hay que casarse con un futuro rey y, para eso, hay que prepararse desde niña>.

Jesús Pabón, político, historiador y periodista, señaló en 1965 las implicaciones que a largo plazo pueden comportar los matrimonios morganáticos de los príncipes:
 <Al procurar el derribo de ciertas barreras se suelen pasar por alto las consecuencias. En general se atiende a un caso concreto. El cual abrirá el paso imperiosamente a otros casos concretos. La extensión y la complejidad del problema que se produciría resultan pavorosas. También de esa manera desaparecería lo incuestionable de la sucesión>. Como ha señalado Armand de Fluvià, <la monarquía, que ya por sí misma es un anacronismo, si se moderniza, pierde las características propias de la institución ya  no tiene sentido, justificación ni razón de ser y, por eso es mucho mejor la República>. Por consiguiente, señala, <la modernización de la monarquía es la república>.

La modernidad que supone la incorporación de ‘una mujer del pueblo’ abre las compuertas del videopopulismo. Igual que los medios de comunicación pueden difundir una buena imagen de la futura Reina, puede llegarse a ver una situación no deseada por esta, lo que puede comportar un gran desgaste de la misma. Tusell fue claro al respecto:
<La Monarquía española no aguantaría una sobreexposición mediática como sufre la británica, porque no está consolidada>.En este sentido, para proteger su imagen, la Corona ha sido blindada tanto por el Código Penal como por la Constitución.

A raíz de los últimos acontecimientos (Caso Noós, donde está implicado su yerno; rumores de desavenencias matrimoniales, opacidad de las finanzas, etc.) han incentivado a que la familia real se les elimine la apropiación del término idealista y que esté enfrentándose por una de sus mayores crisis.
Según Dr. Fernando Ramos: <la crisis que sufre la monarquía no es de imagen, sino estructural porque hay una generación de españoles menores de 40 años que quieren dar la respuesta a una pregunta que no se les hizo a sus padres>. Es un problema de fondo que trasciende de los escándalos que la rodean y afecta a su origen y al final de un ciclo histórico. Y es que tres de cada cuatro españoles menores de 40 años rechaza la monarquía porque no reconoce el papel que se atribuye al Rey en la recuperación de la democracia.  

La Casa Real, abrumada por los escándalos, está realizando una campaña para evitar agravar la situación. Podemos destacar varios ejemplos: La nueva página de la familia real que nace como una declaración de intenciones expresada en el saludo del Rey: <mejorar la comunicación de la Corona con todos los españoles>; se suben a youtube los vídeos relacionados con el monarca; se relanza la figura del Rey como marca España en el mundo; se incrementa la presencia pública de su sucesor y  su consorte; se intenta un pacto con los medios para agrandar la figura del monarca y rebajar el tono de las críticas. El punto de elevación de esta estrategia, una entrevista en RTVE con motivo del 75 aniversario del Rey, pero que bajo la opinión pública, resultó un fiasco, sobre todo por falta de contenido. La Casa Real se orienta hacia el sentido utilitario de la institución, tratando de convencer a los españoles de que la Monarquía es útil y que produce estabilidad.

-Historicidad

En la actualidad, existen diversas definiciones del término monarquía debido a su evolución histórica y a las diferentes conceptualizaciones.

Comenzaremos analizando su concepto más básico: se funda en la base de la voluntad de un simple individuo. Muchos autores justifican la legalidad que se le apropiaba a la monarquía porque estaba basada su lógica en el poder divino, de hecho, queda recogido en la Teología del Antiguo Testamento:
‘Dios establece a los reyes como sus ministros y reina a través de ellos sobre los pueblos (…) Los príncipes actúan, pues, como ministros de Dios y son sus representantes en la Tierra. Por esto, el trono real no es el trono de un hombre sino el trono de Dios mismo. Así, la persona de los reyes es sagrada y atentar contra ellos es un sacrilegio. Se debe obedecer a los príncipes por principio de religión y de conciencia. El servicio de Dios y el respeto por los reyes son cosas unidas (…) Dios ha puesto en los príncipes algo de divino.’

El proceso histórico del sistema de gobierno de las naciones derivó en lo que actualmente conocemos como monarquía constitucional. Su principal diferencia con su antecesora es que el monarca acepta trabajar con las instituciones democráticas y donde el propio rey es jefe de estado por voluntad del pueblo, no por voluntad divina. La monarquía constitucional tuvo sus raíces en el proceso constitucional del Reino Unido para limitar los poderes del monarca, iniciándose en la Baja Edad Media con altibajos hasta la Revolución de 1668. Su evolución continuará hasta conocerse como monarquía parlamentaria en los SXIX y SXX, en los que pasó a una monarquía más democrática.
El debate que detonó los cambios en Inglaterra surgió cuando se cuestionó la relación entre el Rey, los Lores (Cámara Alta del Parlamento) y los Comunes (Cámara Baja del Parlamento). Se discutía si la cuestión hereditaria de la monarquía afectaba el equilibrio del Gobierno. El proceso encontró una serie de impedimentos, ya que a diferencia de Reino Unido, el sistema medieval no había sido abolido en su totalidad, por lo que seguían en vigor estados absolutistas. Por lo que nos percatamos de que las monarquías jurídicamente limitadas no fueron concebidas por la evolución, sino por la revolución. Así, se crearon en Europa continental constituciones escritas, no históricas y tradicionales, como en el caso de Inglaterra.
La revolución dentro del constitucionalismo europeo se originó por los casos de la Constitución Francesa de 1791 y la Constitución Española de 1812, en las que tenía mucho más peso las ideas democráticas que las monárquicas. Sin embargo, esas monarquías republicanas perecieron al establecerse un mayor control sobre los principios monárquicos en el SXIX, lo que se conoce hoy como monarquía constitucional. Este tipo de monarquía buscaba el equilibrio entre la tradición y la razón. A pesar del desarrollo diferente entre las monarquías de Reino Unido y el resto de los países europeos, en ambas podemos encontrar semejanzas; donde la soberanía radica en el pueblo, el parlamento legisla y donde el ejecutivo gobierna. A esta convergencia se le agregó el sistema parlamentario y de gobierno más complejo.
Hegel afirmaba que la institución de la monarquía hereditaria no debía ser vista como algo medieval, sino como una institución moderna, donde la sociedad desvía sus problemas a un gobierno electo y politizado. Además, aseguraba que una monarquía constitucional no comprometería los principios de una revolución.
Al convertirse las instituciones más seguras y funcionales, favoreció las transiciones democráticas que encontramos hoy en día, sobre todo debido a que el estado suprimió su derecho de intervenir en el orden legal de su funcionamiento.
Según Walter Bagehot, periodista y economista inglés que escribió The English Constitution, ‘la razón por la que la monarquía es un gobierno fuerte es porque se trata de un gobierno inteligible, ya que la naturaleza de la Constitución, la acción de la asamblea, el rol de los partidos y la guía de opiniones son hechos complejos, difíciles de conocer y fáciles de errar; sin embargo, la acción de un simple individuo recae en ideas fáciles de comprender’.

-Legitimidad

En primer lugar, vamos a hacer una breve definición de legitimidad: justificación ética del origen del poder, del ejercicio del mando político, de la procedencia y aplicación de la ley o de cualquier otro acto de autoridad pública. Se habla de legitimidad monárquica para justificar la toma y el ejercicio del poder real constituido. La legitimidad se refiere a la credencial ética para mandar y ser obedecido.

Nos enfrentamos a dos artículos importantes para entender la verdadera función del monarca:
El Rey es el Jefe del Estado, símbolo de su unidad y permanencia, arbitra y modera el funcionamiento regular de las instituciones, asume la más alta representación del Estado español en las relaciones internacionales, especialmente con las naciones de su comunidad histórica, y ejerce las funciones que le atribuyen expresamente la Constitución y las leyes’ […] ‘La persona del Rey es inviolable y no está sujeta a responsabilidad […]’ (Artículo 56, Título II)
‘La justicia emana del pueblo y se administra en nombre del Rey por Jueces y Magistrados integrantes del poder judicial, independientes, inamovibles, responsables y sometidos únicamente al imperio de la ley’ (Artículo 117, Título VI)

El artículo 56 de entrada nos dice que el Rey es jefe del estado, pero que sin embargo no existe vinculación con el soberano. Vemos por tanto que la función de la corona es meramente simbólica, pero institucionalmente está en el nivel de la inviolabilidad porque el artículo 56 nos dice que la figura del Rey es inviolable.

¿Dónde encontramos el elemento de su legitimidad? Fruto de la propia historia. Nuestra Constitución nace en un momento determinado, con ciertos condicionantes históricos. Esto es clave para entender esta institución. Estos artículos nos dicen que el Rey es símbolo de la continuidad, ¿de qué? Entraña la continuidad del momento histórico que se vivía, es decir, una dictadura. Es por ello que esta institución es antidemocrática. Sin embargo, tenemos que recordar que este sistema de gobierno fue votado en referéndum nacional por todos los españoles en 1978.
En las monarquías constitucionales o parlamentarias, el monarca tiene un papel estabilizador, arbitrario, neutral y por encima del Gobierno. Brindan continuidad, estabilidad constitucional, en casos de crisis pueden formar gobiernos y dirigir las fuerzas armadas. Todas recogidas en la Carta Magna. El Rey no posee un auténtico poder, sino únicamente una serie de funciones. Podemos poner como ejemplo cuando el primer Jefe de Estado europeo que ha recibido el Presidente Obama en la Casa Blanca haya sido el Rey de España. Convirtiéndose el Rey, de alguna forma, en una especie de ministro de Asuntos Exteriores, pero por encima de los partidos.

A continuación relacionamos el artículo 57 con el 14 que dicen así:

‘La Corona de España es hereditaria en los sucesores de S. M. Don Juan Carlos I de Borbón, legítimo heredero de la dinastía histórica. La sucesión en el trono seguirá el orden regular de primogenitura y representación, siendo preferida siempre la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo sexo, la persona de más edad a la de menos’ (Artículo 57, Título II)
 ‘Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social’ (Artículo 14, Título I)

Unos de los argumentos de la legitimidad de la monarquía apela precisamente a la historia y curiosamente la recoge la Constitución: ‘heredero de la monarquía histórica’. Para reforzarlo, Juan Carlos I especificó en 1977 que renunciaba a sus supuestos derechos sobre la Corona conforme al cual el Rey de España era su hijo y no él. 
¿No nos dice nada? ¿Acaso no estamos percibiendo una contradicción entre el artículo 14 y el 57?
El artículo 14 que estructura el principio de igualdad los convierte incompatibles con nuestro régimen. La evocación de la legitimidad de la historia lleva un orden sucesorio que prefiere a los hombres que a las mujeres (en contradicción con el derecho a la igualdad), una preferencia de una familia a otra, también en el orden de nacimiento.  La monarquía se basa en ese principio discriminatorio porque es una institución pre-democrática. Es necesaria por tanto esa contradicción entre los dos artículos mencionados porque cualquier intento de democratización de la institución, supone la disolución de la misma. La institución de la monarquía en el seno de un Estado social y democrático de derecho implica hacer excepciones muy forzadas a principios constitucionales básicos.

Señalar, aunque la constitución no dice nada al respecto, que reclama también el orden católico. ¿Por qué? Solo hay que pensar en si se aceptaría que el Príncipe de Asturias se convirtiese, por poner un ejemplo, al Islam. 

3 comentarios:

  1. Hola Laura, el blog es una pasada, en contenido y diseño. Esta es la primera entrada que leo pero ten por seguro que miraré las otras secciones.
    Respecto a la Monarquía, creo que los españoles siempre hemos tenido en buena estima esta Monarquía-Parlamentaria en la que muchos (me incluyo) hemos nacido. El problema creo que ha sido que los súbditos han perdido la fe en el buen hacer de las instituciones públicas debido a esta crisis, y eso incluye la Corona. La gente esta quemada de todo y quieren un cambio, a lo que sea, pero un cambio.
    Personalmente, tengo la impresión de que la Corona ha hecho un buen papel para España y que Felipe VI será el rey más preparado que tendremos. Lo que me gustaría es que no fuera un bonito felpudo y que se implicara más en la sociedad española, en sus problemas y vaivenes. No nos sirve haberle pagado esa gran educación si al final se dedica a estrechar manos.

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    1. Tienes muchísima razón. No solo la crisis, sino también Urdangarín lo ha incentivado aún más. Entiendo el papel que ha realizado Juan Carlos, pero me pesa a mi más que tengamos como representante a una persona 'hijo de...'. A Felipe se le ve bien preparado, sin embargo, una monarquía es algo anticuado en una sociedad como la actual. Tal vez tengas razón cuando dices que muchas personas desean un cambio y punto, sea cual sea y le ha caído a la monarquía. Yo creo que hay un trasfondo un poco más profundo. No hay democracia si hay monarquía... y eso es así.

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    2. ¡Se me olvidó! Muchas gracias por tus halagos y por comentar en el blog. Se agradece muchísimo que de vez en cuando alguien te escriba (a veces pienso que escribo solo para mi). Un beso enorme y espero que disfrutes con lo que hago.

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